Incluso hasta el elevado sitial en que me hallo, en un exclusivo lugar de retiro espiritual recientementa abierto en lo alto de los alpes italianos, llegan rumores de discordia e inquietud provenientes del mundo exterior. Menos mal que todas y todos los que estamos aquí hemos desarrollado hace tiempo, a través de la meditación y la introspección, la capacidad para trascender las cuitas mundanas más elementales. Pero comprendo que no todo el mundo ha alcanzado el mismo nivel de autoconocimiento, por lo que hoy escribiré acerca de uno de los temas que me consta más preocupan a los comentaristas de los medios de comunicación que suelo seguir: la tan cacareada crisis económica.
Lo cierto es que me resulta difícil tan siquiera considerar seriamente este tema. La economía pertenece a la esfera de lo contingente y yo, por el contrario, me preocupo de las esencias, de lo perenne, de lo necesario. Asuntos tales como las fluctuaciones bursátiles no son sino fantasmas irreales que proyectamos sobre el telón de fondo de nuestras conciencias colectivas: quimeras, convenios sociales, futesas. Peor aún, la moderna economía se ha dejado pervertir por la epistemología propia de las (mal) llamadas "ciencias naturales", utilizando un lenguaje empobrecido por conceptos estadísticos y físicos tales como las teorías de juegos y catástrofes, la matemática de grupos y los sistemas caóticos: prueba irrefutable de que los economistas modernos no buscan sino engañarnos y destruir nuestro espíritu inmortal y esencialmente libre.
Más aún, estoy íntimamente convencida, a niveles prácticamente uterinos, de que toda esta actual preocupación por la crisis económica no es sino una cortina de humo mediática promovida por los socialistas para intentar ocultar los auténticos problemas y oscuros tejemanejes por los que que su lamentable gestión está caracterizándose: su impía asociación con la iglesia católica y con los lobbies gays, la preocupante tendencia al alza en las partidas presupuestarias dedicadas a I+D, el ataque a las libertad de Federico Jiménez-Losantos y otro tipo de censuras y corrupciones. A los socialistas les conviene que no se hable de estos temas, sino de la fantasmagórica crisis económica, y por eso juegan a este paripé de negarla, para que todo el mundo hable de ella.
Pero en fin, este no es un blog político, sino uno de filosofía perenne y que aspira a ser receptáculo de sabidurías milenarias. También éstas se han ocupado de cuestiones económicas, aunque no desde el punto de vista desprovisto de alma que todos conocemos por los periódicos. El Lao Zi del taoísmo, sin ir más lejos, constituye un ejemplo clarísimo de sapiencia económica aplicada al mundo real. Tomemos el concepto troncal taoísta del wu wei (en chino "No Acción"; tradicional: 無為; simplificado: 无为) . El gobernante sabio y justo debe intentar interferir lo menos posible en el curso de las cosas, fluyendo como el agua en un río tranquilo o en un lago poco profundo. De esta forma la sociedad terrestre se organiza en semejanza a la sociedad celeste, reestableciéndose el equilibrio en todos los múltiples planos de existencia, terrenos y espirituales a la vez.
Existe una relación profunda e indisoluble entre el concepto taoísta del wu wei y el modelo económico liberal que yo defiendo a capa y espada: los gobiernos no deben interferir en el flujo natural de las cosas, de modo que la mística Mano Invisible que regula la economía pueda no-actuar a su entera no-voluntad, ajustando el orden de las cosas de modo que éstas encuentren su Equilibrio Natural Inmutable, el mejor de los esquemas posibles. No es un dato demasiado conocido, pero Adam Smith estuvo muy influenciado en su juventud por las ideas taoístas.
Por eso yo le pido al gobierno que, si realmente le preocupa esta crisis económica, se deje de monsergas y haga lo siguiente: nada. Yo, como liberal ecopacifista, feminista y new age, lo tengo clarísimo, no como esos liberales de pacotilla que durante las épocas de bonanza de sus empresas le piden al gobierno que no interfiera y ahora, al caerse sus castillos de ladrillo, se echan a llorar y a rasgarse las vestiduras pidiéndole al gobierno medidas de emergencia. El verdadero liberal taoísta sabe que la no acción es el único camino (sinuoso al fin y al cabo, pero verdadero y certero) para una economía naturalmente sana y fluida.
Paz y Amor,
Moonstar
Lo cierto es que me resulta difícil tan siquiera considerar seriamente este tema. La economía pertenece a la esfera de lo contingente y yo, por el contrario, me preocupo de las esencias, de lo perenne, de lo necesario. Asuntos tales como las fluctuaciones bursátiles no son sino fantasmas irreales que proyectamos sobre el telón de fondo de nuestras conciencias colectivas: quimeras, convenios sociales, futesas. Peor aún, la moderna economía se ha dejado pervertir por la epistemología propia de las (mal) llamadas "ciencias naturales", utilizando un lenguaje empobrecido por conceptos estadísticos y físicos tales como las teorías de juegos y catástrofes, la matemática de grupos y los sistemas caóticos: prueba irrefutable de que los economistas modernos no buscan sino engañarnos y destruir nuestro espíritu inmortal y esencialmente libre.
Más aún, estoy íntimamente convencida, a niveles prácticamente uterinos, de que toda esta actual preocupación por la crisis económica no es sino una cortina de humo mediática promovida por los socialistas para intentar ocultar los auténticos problemas y oscuros tejemanejes por los que que su lamentable gestión está caracterizándose: su impía asociación con la iglesia católica y con los lobbies gays, la preocupante tendencia al alza en las partidas presupuestarias dedicadas a I+D, el ataque a las libertad de Federico Jiménez-Losantos y otro tipo de censuras y corrupciones. A los socialistas les conviene que no se hable de estos temas, sino de la fantasmagórica crisis económica, y por eso juegan a este paripé de negarla, para que todo el mundo hable de ella.
Pero en fin, este no es un blog político, sino uno de filosofía perenne y que aspira a ser receptáculo de sabidurías milenarias. También éstas se han ocupado de cuestiones económicas, aunque no desde el punto de vista desprovisto de alma que todos conocemos por los periódicos. El Lao Zi del taoísmo, sin ir más lejos, constituye un ejemplo clarísimo de sapiencia económica aplicada al mundo real. Tomemos el concepto troncal taoísta del wu wei (en chino "No Acción"; tradicional: 無為; simplificado: 无为) . El gobernante sabio y justo debe intentar interferir lo menos posible en el curso de las cosas, fluyendo como el agua en un río tranquilo o en un lago poco profundo. De esta forma la sociedad terrestre se organiza en semejanza a la sociedad celeste, reestableciéndose el equilibrio en todos los múltiples planos de existencia, terrenos y espirituales a la vez.
Existe una relación profunda e indisoluble entre el concepto taoísta del wu wei y el modelo económico liberal que yo defiendo a capa y espada: los gobiernos no deben interferir en el flujo natural de las cosas, de modo que la mística Mano Invisible que regula la economía pueda no-actuar a su entera no-voluntad, ajustando el orden de las cosas de modo que éstas encuentren su Equilibrio Natural Inmutable, el mejor de los esquemas posibles. No es un dato demasiado conocido, pero Adam Smith estuvo muy influenciado en su juventud por las ideas taoístas.
Por eso yo le pido al gobierno que, si realmente le preocupa esta crisis económica, se deje de monsergas y haga lo siguiente: nada. Yo, como liberal ecopacifista, feminista y new age, lo tengo clarísimo, no como esos liberales de pacotilla que durante las épocas de bonanza de sus empresas le piden al gobierno que no interfiera y ahora, al caerse sus castillos de ladrillo, se echan a llorar y a rasgarse las vestiduras pidiéndole al gobierno medidas de emergencia. El verdadero liberal taoísta sabe que la no acción es el único camino (sinuoso al fin y al cabo, pero verdadero y certero) para una economía naturalmente sana y fluida.
Paz y Amor,
Moonstar
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